El ex alumno, de Carlos Somigliana. Intérpretes: José María López, Fernando Armani, Milagros Almeida y Martín Leis. Escenografía y vestuario: Paola Girimonti. Luces: Pablo Quiroga. Adaptación y dirección: Luis Sáez. En el Teatro del Pueblo, Roque Sáenz Peña 943 (4326-3606). Viernes, a las 21. Duración: 62 minutos.
Nuestra opinión: buena
Nuestra opinión: buena
Sin lugar a dudas, y más allá de la adaptación, esta obra de Somigliana sigue apuntando al análisis de la conducta del ser argentino, representada en esta ocasión por tres generaciones, dentro de un entorno que lo condiciona y lo lleva al camino de la frustración, por no decir del fracaso. El autor suele presentar personajes para quienes la vida consiste en seguir respirando mientras se cuestionan permanentemente sobre la angustia que los aqueja sin encontrar un remedio valedero. En esta pieza, no necesariamente pertenecen al mismo ambiente, pero sí hay algo que los iguala: un conflicto interior que los ahoga y los obliga a generar situaciones de violencia, en algunos casos gratuita.
Un hombre, cincuentón, decide visitar en Campana a quien fue en su profesor de Literatura en el Colegio Nacional de Buenos Aires. Esta visita no es otra cosa que una forma de revalidar su otrora vocación y talento poéticos, para borrar la triste realidad de un presente que lo ubica como empleado de una empresa metalúrgica. Es una manera de realimentar aquella ilusión de ser una promesa y diluir su frustración.
Pero, no tardará en descubrir que en este viaje por la memoria se expondrán mentiras, claudicaciones, frustraciones. En ese ambiente familiar, el ex alumno va a descubrir facetas desconocidas del hombre que alguna vez admiró y lo enfrenta a una situación inesperada, más violenta y abrumadora. El desencanto termina por borrar todos los recuerdos agradables y sólo queda la huida para destruir esa realidad desconocida.
La adaptación que realizó Luis Sáez no afecta el espíritu de la obra, mientras que, como director, sostiene un clima muy denso y favorece la tensión y el crecimiento dramáticos dentro de un espacio que es muy conveniente para fortalecer la relación entre los personajes y el público.
Mucho tiene que ver la sólida actuación de un elenco cuyo pilar es José María López, impecable en la piel del profesor, respaldado convincentemente por Fernando Armani, el ex alumno, y Milagros Almeida, como la hija del docente. Por su parte, Martín Leis, como el aspirante a gendarme, acierta en la marcación, pero mantiene todavía una composición estereotipada y muy tensa.
La escenografía, dentro del realismo, concentra la atención en un punto fijo, para sintetizar el escenario y convertirlo en un adecuado marco para las acciones.
Susana Freire